
EL CONSEJO MEXICANO DE
MÉDICOS NUCLEARES A.C.
Introducción.
La era de los Consejos o “boards”
inició en los Estados Unidos en los
años treintas. Fue el resultado
natural de la tendencia creciente a la
especialización médica que ya era
notable desde los años veinte. La idea
de que un médico preparado en la
facultad de una buena universidad y
con internado rotatorio hospitalario
de sólo un año pudiera afrontar y
resolver todos los problemas del
ejercicio profesional de la medicina
comenzaba a caducar. Los médicos
generales eran a la vez ortopedistas,
cirujanos de abdomen así como
ginecólogos y urólogos; pero ya se
empezaban a separar –aunque
informalmente– algunas de las
especialidades como la patología, la
cirugía de tórax, la neurocirugía, y
desde luego la psiquiatría.
Mientras más complicado se hacía el
ejercicio de la medicina y más
amplios eran los conocimientos
necesarios para servir
adecuadamente a todos los
pacientes; más médicos generales
tendían a limitar sus ejercicios hacia
uno u otro campo; estos, aún mal
definidos, se empezaban a identificar
como especialidades.
La mayoría de los primeros
“especialistas” actuaban de buena fe
cuando reclamaban que sabían más
de su especialidad que sus colegas
médicos generales, y que al limitar
sus actividades conseguían mejores
resultados con menor morbilidad y
mortalidad. Poco a poco los pacientes
también fueron adoptando la idea de
que era más conveniente consultar al
especialista correspondiente según el
tipo de su padecimiento. El médico
que había curado una neumonía, ya
no era el más indicado para curar un
tumor gástrico. Así fue que en los
primeros años de este siglo creció el
concepto de especialización en
medicina. Inicialmente esto no fue
del agrado de los médicos que vieron
en la especialización un ataque
contra su independencia, su
dignidad profesional y situación
económica o moral ya estable,
especialmente si ya habían adquirido
experiencia en los largos años de
ejercicio. Además de lo dicho, el
movimiento hacia la especialización
adolecía de otras fallas, estas eran
tan evidentes que el público en
general se daba cuenta de los
problemas que se suscitaban entre
los mismos médicos.
El autonombrado especialista estaba
mal definido. Nadie excepto él mismo
sabía cuáles eran los límites de sus
conocimientos y habilidades, mucho
menos de sus responsabilidades
especiales correspondientes.
Irremediablemente esta tendencia
propició el desarrollo de falsos
especialistas. Estas personas sin
preparación alguna, pero rodeadas
de un aura de fama inmerecida y
autogenerada, aumentó la confusión
que acompañó el inicio de la
especialización médica. Imperaba
pues, la necesidad de definirla.
Así, no obstante la confusión
existente, el resentimiento de los
médicos ya establecidos y los
naturales temores de los médicos a
someterse a otro examen para
calificar su habilidad (y hasta su
derecho de ejercer), comenzó la “era”
de los consejos de las especialidades
médicas.
En México el primer Consejo fue el de
Médicos Anatomopatólogos; se fundó